lunes, 18 de mayo de 2009

La noche de los feos, Mario Benedetti

1
Ambos somos feos. Ni siquiera vulgarmente feos. Ella tiene un pómulo hundido. Desde los ocho años, cuando le hicieron la operación. Mi asquerosa marca junto a la boca viene de una quemadura feroz, ocurrida a comienzos de mi adolescencia.
Tampoco puede decirse que tengamos ojos tiernos, esa suerte de faros de justificación por los que a veces los horribles consiguen arrimarse a la belleza. No, de ningún modo. Tanto los de ella como los míos son ojos de resentimiento, que sólo reflejan la poca o ninguna resignación con que enfrentamos nuestro infortunio. Quizá eso nos haya unido. Tal vez unido no sea la palabra más apropiada. Me refiero al odio implacable que cada uno de nosotros siente por su propio rostro.
Nos conocimos a la entrada del cine, haciendo cola para ver en la pantalla a dos hermosos cualesquiera. Allí fue donde por primera vez nos examinamos sin simpatía pero con oscura solidaridad; allí fue donde registramos, ya desde la primera ojeada, nuestras respectivas soledades. En la cola todos estaban de a dos, pero además eran auténticas parejas: esposos, novios, amantes, abuelitos, vaya uno a saber. Todos -de la mano o del brazo- tenían a alguien. Sólo ella y yo teníamos las manos sueltas y crispadas.
Nos miramos las respectivas fealdades con detenimiento, con insolencia, sin curiosidad. Recorrí la hendidura de su pómulo con la garantía de desparpajo que me otorgaba mi mejilla encogida. Ella no se sonrojó. Me gustó que fuera dura, que devolviera mi inspección con una ojeada minuciosa a la zona lisa, brillante, sin barba, de mi vieja quemadura.
Por fin entramos. Nos sentamos en filas distintas, pero contiguas. Ella no podía mirarme, pero yo, aun en la penumbra, podía distinguir su nuca de pelos rubios, su oreja fresca bien formada. Era la oreja de su lado normal.
Durante una hora y cuarenta minutos admiramos las respectivas bellezas del rudo héroe y la suave heroína. Por lo menos yo he sido siempre capaz de admirar lo lindo. Mi animadversión la reservo para mi rostro y a veces para Dios. También para el rostro de otros feos, de otros espantajos. Quizá debería sentir piedad, pero no puedo. La verdad es que son algo así como espejos. A veces me pregunto qué suerte habría corrido el mito si Narciso hubiera tenido un pómulo hundido, o el ácido le hubiera quemado la mejilla, o le faltara media nariz, o tuviera una costura en la frente.
La esperé a la salida. Caminé unos metros junto a ella, y luego le hablé. Cuando se detuvo y me miró, tuve la impresión de que vacilaba. La invité a que charláramos un rato en un café o una confitería. De pronto aceptó.
La confitería estaba llena, pero en ese momento se desocupó una mesa. A medida que pasábamos entre la gente, quedaban a nuestras espaldas las señas, los gestos de asombro. Mis antenas están particularmente adiestradas para captar esa curiosidad enfermiza, ese inconsciente sadismo de los que tienen un rostro corriente, milagrosamente simétrico. Pero esta vez ni siquiera era necesaria mi adiestrada intuición, ya que mis oídos alcanzaban para registrar murmullos, tosecitas, falsas carrasperas. Un rostro horrible y aislado tiene evidentemente su interés; pero dos fealdades juntas constituyen en sí mismas un espectáculos mayor, poco menos que coordinado; algo que se debe mirar en compañía, junto a uno (o una) de esos bien parecidos con quienes merece compartirse el mundo.
Nos sentamos, pedimos dos helados, y ella tuvo coraje (eso también me gustó) para sacar del bolso su espejito y arreglarse el pelo. Su lindo pelo.
"¿Qué está pensando?", pregunté.
Ella guardó el espejo y sonrió. El pozo de la mejilla cambió de forma.
"Un lugar común", dijo. "Tal para cual".
Hablamos largamente. A la hora y media hubo que pedir dos cafés para justificar la prolongada permanencia. De pronto me di cuenta de que tanto ella como yo estábamos hablando con una franqueza tan hiriente que amenazaba traspasar la sinceridad y convertirse en un casi equivalente de la hipocresía. Decidí tirarme a fondo.
"Usted se siente excluida del mundo, ¿verdad?"
"Sí", dijo, todavía mirándome.
"Usted admira a los hermosos, a los normales. Usted quisiera tener un rostro tan equilibrado como esa muchachita que está a su derecha, a pesar de que usted es inteligente, y ella, a juzgar por su risa, irremisiblemente estúpida."
"Sí."Por primera vez no pudo sostener mi mirada.
"Yo también quisiera eso. Pero hay una posibilidad, ¿sabe?, de que usted y yo lleguemos a algo."
"¿Algo cómo qué?"
"Como querernos, caramba. O simplemente congeniar. Llámele como quiera, pero hay una posibilidad."
Ella frunció el ceño. No quería concebir esperanzas.
"Prométame no tomarme como un chiflado."
"Prometo."
"La posibilidad es meternos en la noche. En la noche íntegra. En lo oscuro total. ¿Me entiende?"
"No."
"¡Tiene que entenderme! Lo oscuro total. Donde usted no me vea, donde yo no la vea. Su cuerpo es lindo, ¿no lo sabía?"Se sonrojó, y la hendidura de la mejilla se volvió súbitamente escarlata.
"Vivo solo, en un apartamento, y queda cerca."Levantó la cabeza y ahora sí me miró preguntándome, averiguando sobre mí, tratando desesperadamente de llegar a un diagnóstico.
"Vamos", dijo.

2
No sólo apagué la luz sino que además corrí la doble cortina. A mi lado ella respiraba. Y no era una respiración afanosa. No quiso que la ayudara a desvestirse.
Yo no veía nada, nada. Pero igual pude darme cuenta de que ahora estaba inmóvil, a la espera. Estiré cautelosamente una mano, hasta hallar su pecho. Mi tacto me transmitió una versión estimulante, poderosa. Así vi su vientre, su sexo. Sus manos también me vieron.
En ese instante comprendí que debía arrancarme (y arrancarla) de aquella mentira que yo mismo había fabricado. O intentado fabricar. Fue como un relámpago. No éramos eso. No éramos eso.
Tuve que recurrir a todas mis reservas de coraje, pero lo hice. Mi mano ascendió lentamente hasta su rostro, encontró el surco de horror, y empezó una lenta, convincente y convencida caricia. En realidad mis dedos (al principio un poco temblorosos, luego progresivamente serenos) pasaron muchas veces sobre sus lágrimas.
Entonces, cuando yo menos lo esperaba, su mano también llegó a mi cara, y pasó y repasó el costurón y el pellejo liso, esa isla sin barba de mi marca siniestra.
Lloramos hasta el alba. Desgraciados, felices. Luego me levanté y descorrí la cortina doble.
FIN

miércoles, 13 de mayo de 2009

Amplíe su vocabulario 7: lacónico-a

lacónico, ca.
1. adj. laconio (perteneciente a Laconia).
2. adj. Breve, conciso, compendioso. Lenguaje, estilo lacónico. Carta, respuesta lacónica.
3. adj. Que habla o escribe de esta manera. Escritor lacónico. Persona lacónica.

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martes, 12 de mayo de 2009

Amplíe su vocabulario 6: agostado

Agostado-da:
Que ha rendido todo el fruto posible y ya casi no tiene vida.

http://www.diccionarios.com/consultas.php?palabra=agostado,&diccionario=sinoant

viernes, 8 de mayo de 2009

Amplíe su vocabulario 5: lego

lego,ga

1. adj. Que no tiene órdenes clericales. U. t. c. s.
2. adj. Falto de letras o noticias.
3. m. En los conventos de religiosos, el que siendo profeso, no tiene opción a las sagradas órdenes.
4. f. Monja profesa exenta de coro, que sirve a la comunidad en los trabajos caseros.

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Consejos para prepararse con tiempo y rendir una buena PSU

La Sicóloga Educacional de la Universidad Mayor Pilar Calderón sugiere comenzar a organizarse con antelación, generar hábitos de estudio y planificar los tiempos.
por latercera.com - 06/05/2009 - 11:58

La Prueba de Selección Universitaria (PSU) es para muchos jóvenes un calvario y una preocupación que se alarga durante todo el año. Además de tener que rendir de la mejor forma en el colegio con todos los ramos de rigor, deben preparar este examen lo más acuciosamente posible, ya que definirá su futuro laboral.

Con la finalidad de que esta prueba no sea una tortura para los estudiantes de cuarto medio es fundamental prepararse con antelación y planificar los meses que quedan para rendir esta evaluación lo mejor posible.
La Sicóloga Educacional de la Universidad Mayor Pilar Calderón aconseja preparar la prueba con una anticipación razonable, lo que dependerá del ritmo de aprendizaje de cada uno. Sin embargo, se sugiere que al menos sea con dos meses de anticipación.

LA FAMILIA COMO BASE FUNDAMENTAL
Asimismo, es muy importante generar hábitos pertinentes para ordenar los tiempos y recursos destinados al estudio de la PSU y a las actividades escolares habituales. "Se debe estudiar todos los días un par de horas, manteniendo un descanso adecuado. También se debe descansar adecuadamente, dormir las horas necesarias y dar espacios de distracción, como salir con los amigos, evitando así la conducta de sobre ansiedad", agrega la sicóloga.

Un factor importante es considerar que la familia del estudiante es un pilar fundamental en el proceso previo a rendir este examen. Por lo tanto, es trascendental que sea la familia la que tranquilice al joven y le transmita seguridad al momento de enfrentarse a la prueba. "Los padres deben evitar la ansiedad familiar frente al proceso", explica Pilar Calderón.

ALGUNAS CODUCTAS CLAVES
La sicóloga educacional de la Universidad Mayor Pilar Calderón ofrece algunos consejos para poder prepararse con tiempo para la PSU:
- Implementar hábitos de estudio, lo que permitirá un ritmo de preparación adecuado. Desde este aspecto, se debe estudiar todos los días un par de horas, manteniendo un descanso adecuado.
-Preocuparse de las condiciones físicas del lugar de estudio. Que sea un lugar bien iluminado, cómodo y que estimule la atención y concentración. Por lo tanto, debe estar libre de elementos distractores, como el computador, televisión, la cocina o el dormitorio.
- Es importante dosificar los tiempos para no utilizar momentos que deben estar destinados exclusivamente a la actividad escolar.
- Ejercitar con ensayos y ejemplos, lo que permite desarrollar conductas instrumentales importantes a la hora de rendir la prueba, como por ejemplo, calcular los tiempos de demora y aprender a realizar la lectura adecuada de las preguntas.
- No imponer metas inalcanzables, por lo tanto, se debe priorizar el estudio en los temas de mayor dificultad.
- No comprometerse en demasiadas actividades que impidan la organización planificada de los tiempos.
- Descansar adecuadamente, dormir las horas necesarias, en los horarios adecuados y dar espacios de distracción, como salir con los amigos, evitando así la conducta de sobre ansiedad.
- Los padres deben evitar la ansiedad familiar frente al proceso, ya que así ayudan a tranquilizar y generar un ambiente de calma frente a esta evaluación.

Fuente: http://www.latercera.com/contenido/677_125152_9.shtml

jueves, 7 de mayo de 2009

Amplíe su vocabulario 4: auge

auge

1. m. Período o momento de mayor elevación o intensidad de un proceso o estado de cosas. Auge de las letras, de una civilización.
2. m. Astr. apogeo.

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Esta es una palabra de uso frecuente. En las noticias se habla de "el auge del cobre" al periodo en el cual el cobre tuvo un repunte en su precio de venta internacional. En Historia se utiliza el término en relación con el punto de apogeo o máximo esplendor de una cultura "Auge y caída del Imperio Romano". Y un largo etcétera.

Etimológicamente, esta es una palabra que proviene del árabe y, a su vez, del persa (no del persa Franklin ni del persa Estación, sino de la lengua hablada por los persas).

lunes, 4 de mayo de 2009

Teresa Wilms Montt, antes de convertirse en movie-star

Vicente Huidobro la definió como: "la mujer más grande que ha producido la América. Perfecta de cara, perfecta de cuerpo, perfecta de elegancia, perfecta de inteligencia, perfecta de fuerza espiritual, perfecta de gracia".



BELZEBUTH
Mi alma, celeste columna de humo, se eleva hacia
la bóveda azul.
Levantados en imploración mis brazos, forman la puerta
de alabastro de un templo.
Mis ojos extáticos, fijos en el misterio, son dos lámparas
de zafiro en cuyo fondo arde el amor divino.
Una sombra pasa eclipsando mi oración, es una sombra
de oro empenachado de llamas alocadas.
Sombra hermosa que sonríe oblicua, acariciando los sedosos
bucles de larga cabellera luminosa.
Es una sombra que mira con un mirar de abismo,
en cuyo borde se abren flores rojas de pecado.
Se llama Belzebuth, me lo ha susurrado en la cavidad
de la oreja, produciéndome calor y frío.
Se han helado mis labios.
Mi corazón se ha vuelto rojo de rubí y un ardor de fragua
me quema el pecho.
Belzebuth. Ha pasado Belzebuth, desviando mi oración
azul hacia la negrura aterciopelada de su alma rebelde.
Los pilares de mis brazos se han vuelto humanos, pierden
su forma vertical, extendiéndose con temblores de pasión.
Las lámparas de mis ojos destellan fulgores verdes encendidos
de amor, culpables y queriendo ofrecerse a Dios; siguen
ansiosos la sombra de oro envuelta en el torbellino refulgente
de fuego eterno.
Belzebuth, arcángel del mal, por qué turbar el alma
que se torna a Dios, el alma que había olvidado las fantásticas
bellezas del pecado original.
Belzebuth, mi novio, mi perdición...


(Poema de Teresa Wilms Montt,escrito en Madrid en 1919, dos años antes de su muerte)

Amplíe su vocabulario 3: lasitud/laxitud

lasitud.
1. f. Desfallecimiento, cansancio, falta de fuerzas.


laxitud.
1. f. Cualidad de laxo. Laxitud de las fibras.


laxo, xa.
1. adj. Flojo, que no tiene la tensión que naturalmente debe tener.
2. adj. Dicho de la moral: Relajada, libre o poco sana. Las opiniones laxas de algunos casuistas.

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